La fiebre del Nilo Occidental es una enfermedad vírica producida por un flavivirus. Es considerada como una enfermedad emergente en España y además incluida en el listado de enfermedades de declaración obligatoria por la OIE (Organización Mundial de Salud Animal) debido a su importancia sanitaria.
En la actualidad, la Fiebre del Nilo Occidental se ha diseminado por múltiples países europeos, incluyendo a España, donde se han ido sucediendo múltiples brotes a lo largo de los años, extendiéndose cada vez más.
El moquito Culex pipiens es el principal portador de la enfermedad y el vector que la transmitirá.
El ciclo natural de esta enfermedad se desarrolla entre las aves y los mosquitos transmisores del patógeno, aunque en ciertas ocasiones se pueden ver afectadas otras especies como son las personas o los caballos. A este tipo de padecedores de la enfermedad los llamaremos fondos de saco, debido a que van a desarrollar la patología pero que no serán capaces de transmitir la enfermedad.
Esta enfermedad puede cursar de diferentes formas: la mayoría de las personas contagiadas padecen la enfermedad de forma asintomática, aunque pueden darse una amplia variedad de síntomas como son fiebres, dolor de cabeza, dolor muscular pudiendo llegar en los casos más graves a causar encefalitis e incluso la muerte.
La manera más efectiva para prevenir esta enfermedad es mediante medidas profilácticas, como es la vacunación de animales en riesgo o imponiendo medidas de bioseguridad para evitar la propagación de enfermedad.
Para ello haremos uso de múltiples técnicas:
La primera será evitar que los animales y personas estén en contacto con los mosquitos, evitando que se encuentren en zonas en las cuales existe presencia de estos insectos, principalmente en las horas en las cuales el insecto está más activo, como es a la caída del sol.
En los animales que estén estabulados puede considerarse el uso de métodos físicos para evitar la entrada de mosquitos, como son las mallas mosquiteras en las ventanas de los establos.
Otra acción preventiva posible sería la de evitar las balsas de agua estancada, tratándolas mediante productos químicos, eliminándolas o intentando evitar que los animales pasten o estén cerca de estas. De esta forma se evitará la reproducción de los mosquitos y el desarrollo de sus larvas, rompiendo el ciclo vital de los insectos y por lo tanto reduciendo su población.
El uso de repelentes sobre los animales o las personas en riesgo va a ser una medida que nos va a ayudar a proteger a los animales y que puede combinarse con el resto de las medidas preventivas. Los repelentes van a provocar que los mosquitos no se posen sobre los animales evitando así las picaduras y el estrés derivado de estos.
Existen diferentes tipos de repelentes, una buena opción es optar por los repelentes naturales y ecológicos basados en aceites esenciales que carezcan de tiempos de espera cuando sean aplicados sobre especies de animales productivas.
La mejor forma para reducir al máximo el riesgo de transmisión del patógeno es combinar varias de estas alternativas para alcanzar el mayor grado de protección posible tanto de las personas como de los animales que los rodean.
- Repelente
Biozul® +: Producto basado en la acción repelente de los aceites esenciales que lo componen. No tiene tiempo de espera, por lo que se puede utilizar sobre lo animales que están en periodo productivo como son las vacas en lactación. Este producto está certificado como ecológico por CAAE.
- Control de larvas de mosquitos
Larvigen® Duo: Producto elaborado con diflubenzuron y cipermetrina, ofreciendo el tratamiento completo gracias a su doble acción frente a larvas y mosquitos adultos.
- Control de los mosquitos adultos
Pody® Care: Insecticida listo al uso para eliminar los insectos en el entorno de los animales.